No crees en
Dios, pero si crees; crees en la lotería del Niño, en el bingo del domingo, en
la tarjeta de descuento del Carrefour y en esos pequeños Déjà vus incandescentes,
los del sábado, con algún tequila de más.
Eso sí –porque
no te encuentras- te has apuntado a una secta, aunque tu lo llamas religión y
la verdad es que aquellos extraños enanos con túnicas no tenían nada que
llamara la atención, excepto la piel pintada de verde y un ojo de cabra pegado
al cogote.
“Buenas tardes
hermano, somos los Raelianos, creemos en los líderes, seres científicamente
superiores, extraterrestres, ellos crearon la Tierra, a todos nosotros, y a los
que nos rodean, mediante ingeniería genética, y tienen ovnipuertos colocados
por toda esta, nuestra casa, porque muy pronto nuestros padres, vendrán a
recogernos.
Creemos en la
rencarnación, en la clonación y en la lucha contra la violencia, ¡Anímate
hermano!”
Pero el pequeñín no te convenció, y tampoco te convenció su página web en internet,
con la galería de fotos de alguna que otra Exprés tuneada y con una luz
celestial, o una con algún enano vestido con un traje de marciano marcado con
un cigarrillo.
Sin embargo te
convencía el “hoy no me encuentro”, al igual que te trato de convencer la
camarera del “Motel Concha”, o quizás fue el absenta.
Y es que
siempre has sido muy testarudo, y no te convencen, ni para creer ni para no
creer, y es que para creer hace falta ser creído.
Hay mucha
gente que no cree en nada, pero que tiene miedo de todo.
Vomítame,
vomítate, vomítanos y amén.