A veces, en cuanto el sol se pone, tú estás puesto y no recuerdas
que en realidad lo más irreal de esta realidad es descorchar el champan de las
malas oportunidades.
Tienes el portátil en las manos, llevas un día bastante duro porque ayer por
la noche te quedaste hasta las tantas después de una dura discusión, de una
película o de una sesión de tarot, tele-tienda y ventilador –o será el vodka-.
No crees que lo tuyo con tu pareja vaya a mucho o no crees posible eso de
encontrar pareja este año –una que merezca la pena o una, a secas- y estas todo
el día escuchando a tus progenitores quejándose de un sistema financiero
corrompido por la guerra seca en los cajeros automáticos o quizás cansado de
ignorarlos. Esperas unas fiestas de verano llenas de semen y alcohol – algunos esperan
pastillas y cocaína en el portarrollos del baño de la discoteca-. Mañana las
chicas van a la piscina a echarse aceite de zanahoria para ponerse morenas,
gustar a los chicos y enseñar la marca del sujetador a las envidiosas amigas, y
los chicos van a la piscina a ver como las chicas toman el sol mientras se
echan aceite –en todos los rincones de su cuerpo- y ellos van al baño a “no
masturbarse”.
Y te mareas con las vueltas que da la vida.
Te propusiste no volver a leer después de acabar el curso
hace unos diez días –y decir lo típico de “Voy a quemar los libros en cuanto
acabe”, pero tu madre tiene que prestárselos
al hijo de una amiga- y ahora te encuentras con esto.
Permitámonos recuperar las fracciones sobrantes de esta
trifulca verbal ganada por la histamina que provoca esta alergia a la
vida.
Inyectaros la solución léxica.
Propongo redificar los gajos de esta, nuestra estructura
social demolida.
Vamos a salir de la madrugada en la que el Ballantines dejó
de ser líquido, dejemos de marearnos por este devaneo incandescente. Propongo
Biodramina señores, Biodramina literaria.