sábado, 30 de junio de 2012

Enjuague bucal.


A veces, en cuanto el sol se pone, tú estás puesto y no recuerdas que en realidad lo más irreal de esta realidad es descorchar el champan de las malas oportunidades.
Tienes el portátil en las manos,  llevas un día bastante duro porque ayer por la noche te quedaste hasta las tantas después de una dura discusión, de una película o de una sesión de tarot, tele-tienda y ventilador –o será el vodka-. No crees que lo tuyo con tu pareja vaya a mucho o no crees posible eso de encontrar pareja este año –una que merezca la pena o una, a secas- y estas todo el día escuchando a tus progenitores quejándose de un sistema financiero corrompido por la guerra seca en los cajeros automáticos o quizás cansado de ignorarlos. Esperas unas fiestas de verano llenas de semen y alcohol – algunos esperan pastillas y cocaína en el portarrollos del baño de la discoteca-. Mañana las chicas van a la piscina a echarse aceite de zanahoria para ponerse morenas, gustar a los chicos y enseñar la marca del sujetador a las envidiosas amigas, y los chicos van a la piscina a ver como las chicas toman el sol mientras se echan aceite –en todos los rincones de su cuerpo- y ellos van al baño a “no masturbarse”.
Y te mareas con las vueltas que da la vida.
Te propusiste no volver a leer después de acabar el curso hace unos diez días –y decir lo típico de “Voy a quemar los libros en cuanto acabe”, pero  tu madre tiene que prestárselos al hijo de una amiga- y ahora te encuentras con esto.
Permitámonos recuperar las fracciones sobrantes de esta trifulca verbal ganada por la histamina que provoca esta alergia a la vida. 
Inyectaros la solución léxica.
Propongo redificar los gajos de esta, nuestra estructura social demolida.
Vamos a salir de la madrugada en la que el Ballantines dejó de ser líquido, dejemos de marearnos por este devaneo incandescente. Propongo Biodramina señores, Biodramina literaria.

Vomítame, vomítate, vomítanos.