miércoles, 1 de agosto de 2012

Prometo que no prometeré

Realmente eras tú el que no creías en la verdad, bueno, ni en eso ni en la fiestas de verano, ni en lo botellones, ni en la comuniones, ni tampoco en esas improvisadas reuniones familiares, con todos lo primos pequeños.
Tampoco crees que del dicho al hecho haya un trecho, y teniendo en cuenta que ese trecho es una de las cosas más relativas que existen, te has apuntado a un cursillo "Cómo llevar a cabo tus promesas", y quieras o no, el temario es difícil, pero te has prometido aprobar el curso, no obstante, no te ha salido bien, y tampoco crees que sea lo más importante del mundo, "si yo así estoy bien".
Dices que las promesas nunca pasan por tu lado, y que prometer no es más que "decir que harás una cosa", pero con otro tono, más comprometido.
No creemos en la palabra del hombre, por eso acudimos a los rifles, por eso nos perdemos en lengua, en meter la lengua y como dicen unos cuantos, tenemos la lengua más larga, que la vida.
Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.
Vomítame, vomítate, vomítanos. 

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