Nunca leemos la letra pequeña, y así nos va, así pagamos un
pellizco más en el tarot, en la tele tienda y en el contrato de Orange, así nos
tima hacienda, el gobierno y hasta el analfabeto ayuntamiento de tu pueblo.
Y es que si fuésemos capaz alguna vez de leer la letra
pequeña, en las relaciones sentimentales, sabríamos todos los inconvenientes
que esto conlleva, la convivencia, el trabajo, la comida, las madres, los
padres, los abuelos, las enfermedades, la maternidad, la paternidad, el sueldo,
y por supuesto, el sexo.
Tu y ella ya habéis firmado el contrato, y además, aunque parece extraterrestre, habéis leído la letra pequeña, por eso a ella no se le olvida que el sábado llevar el tanga rosita, y a él no se le olvida los churros del domingo, el desayuno de festivos y la colección de DVDs de "Aída".
No quiero querer que me quieras querer, sin querer.
Vomítame, vomítate, vomítanos.
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