viernes, 6 de julio de 2012

Mamonadas aerostáticas.


Tienes 30 dientes y medio; 11 molares (7 con caries), 8 premolares, 4 caninos, 7 incisivos y la mitad de un paleto, y te sangran las encías, además  su color se acerca más al ocre que al blanco, un premolar se disloca a la derecha y un canino a la izquierda y hacía arriba.
Pero no te animaste a volar. Sí, leíste la anterior entrada, te reíste de mí y te quedaste en casa bebiendo una cerveza con la pajita metida por el agujero de la parte del paleto que te falta. Parece ser que no captaste el mensaje y eso que tienes unas cuantas licenciaturas; el grado en probador de sofás, el grado en observador de capítulos repetidos de “Aquí no hay quien viva”, “Aída” y “Los Serrano”, y alguna otra, como el grado en liarse un cigarro, con una mano, en menos de un minuto -estoy seguro que esa tiene muchas salidas laborales-.
Pero bueno, a lo que iba, no te animaste a volar, y te has quedado en el suelo, te has quedado sin vuelo y además no te han crecido las alas, y ahora ni estudias, ni trabajas, ni me compras preservativos, y eso empieza a ser un problema.
Y hablando de dientes, tienes la mandíbula dislocada -no tenías suficiente con el tatuaje taurino, con el corte en la ceja o con ese peinado lamido -, das la mordida unos centímetros más hacía fuera en la parte superior, y ahora has decidido leerme, pero esta vez en serio, y te preguntas “¿Y qué tengo que hacer?”, a lo que continuas, “Es que tú muchas palabras, pero luego no ayudas a nada, hablar en vano es lo tuyo”.
Conformismo, esa es la palabra, no hablo de cojines, colchones, ni almohadas, hablo de buscar tu lugar, encontrarlo y una vez allí, no hacer nada, o hacerlo todo, pero hay que volar para encontrarlo, hay que buscar para encontrar, tarde, o temprano.
Dientes, cateto, eso es lo que tenemos para comernos.
Obra de tal manera que trates a los demás como un fin y no como medio para lograr tus objetivos.
Vomítame, vomítate, vomítanos. 

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