El agua no
siempre moja, y menos las lágrimas, esas son claras, para aprender y no
potables, aunque es cierto que ya has roto dos cuerdas de tu guitarra este mes.
Ayer rascaste
la etiqueta de una cantimplora Zumrok y te salió premiada, te acercaste al
dependiente y le propusiste un intercambio de botellitas por otra en la que
pusiera "otra vez será", y es que a veces es mejor que sea otra vez, y no esta,
a saber cuando te vas a volver a ligar a esa rubia, a comer una pizza tan bien
gratinada o a ganar otra cantimplora gratis. Mejor que sea otra vez, mejor
dejamos que ahora las cosas salgan mal para que más tarde tal vez salgan mucho
mejor.
No obstante
siempre piensas, "hay que aprovechar el momento, ¿Y si no vuelve a repetirse?",
y quizás tengas razón, ¿Para qué va a ser otra vez si puede ser ahora?, y lo
haces, pero es tarde, la rubia está con el musculoso del coche tuneado y la
pizza tan bien gratinada se ha enfriado en el rato que has estado pensando, y
te diriges decidido al dependiente "Me ha tocado", dices mientras le sonríes
como si este fuese un momento épico, él
te dice: "Coja otra botella y bébasela". Vaya con el momento glorioso, te ha
durado 18 centilitros, y te echas a llorar, pero no te mojas, simplemente
defraudado al haberte quedado sin nada te diriges a la guitarra con una navaja
en la mano y le cortas las cuatro cuerdas que le quedan, miras a cámara y
gritas desesperado "Para que las rompas tú, destino, las rompo yo".
Las dudas son
el principio de los perdedores, ante tanto descubrimiento racional se nos olvidan
los impulsos, la vehemencia y la pasión.
Haz lo que creas correcto, no lo que esté bien.
Vomítame, vomítate, vomítanos.
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